¿Qué dicen las investigaciones? ¿Menos horas en el trabajo, mejor rendimiento?

Recientes  estudios sostienen que menor cantidad de horas de trabajo permite una mayor productividad. ¿Será cierto? ¿Aplica a cualquier actividad?

La mayoría de nosotros sufrimos el régimen histórico de 40hs semanales de trabajo. Sea el rubro que sea, casi el total de los trabajadores llevan a cabo jornadas laborales que no bajan de las 8hs diarias. El agotamiento, el aburrimiento y otras cuestiones vinculadas a la rutina hacen que muchas personas no disfruten del todo su trabajo y no rindan al máximo.

No es raro escuchar a un amigo o conocido quejarse sobre sus jefes, lo rutinario de su tarea, el mal ambiente, el salario, entre otros. A veces, repetir todo el tiempo la misma actividad, cruzar siempre a las mismas personas y lidiar con las dificultades propias del día a día puede ser agotador e influir negativamente en nuestro bienestar.

Muchos estudios han analizado el impacto del trabajo en la vida de las personas y se comprobó que esta actividad implica múltiples aristas. Brinda al sujeto la idea de utilidad y de sentido, ordena y organiza la estructura del día, brinda la posibilidad de acceder a distintos bienes a través del salario, entre otros. Ahora bien, así como existen todas estas posibilidades, también se ha descubierto que cuando una persona no se siente a gusto en su lugar de trabajo, éste puede convertirse en un infierno e influir directamente en la forma en que vive.

Los suecos han invertido mucho tiempo y dinero a investigar cuestiones vinculadas al bienestar y en particular, en relación al trabajo. Sus últimas investigaciones han determinado que jornadas laborales más cortas (30hs semanales) permiten que las personas no se cansen tanto, que tengan más tiempo libre (y por lo tanto mantengan un mejor humor) y aumenten la productividad. Estas jornadas reducidas comenzaron a implementarse en algunas compañías suecas dando muy buenos resultados iniciales. Obviamente, muchas empresas grandes se han resistido a este tipo de intervención argumentando las dificultades económicas que implica (habría que contratar más empleados, se pierde competitividad, entre otros) y han mantenido sus jornadas tradicionales. De hecho, la mayoría de las compañías aún la mantienen.

De todos modos, el gobierno suizo no ha dado el brazo a torcer y muchos pequeños emprendimientos y negocios han implementado esta medida con muy buenos resultados. Los temores de tener que contratar más personal, desaparecieron frente a la productividad de los empleados y la eficiencia lograda en la jornada de 6hs. Una de las empresas icónicas para esta intervención pertenece a una mujer llamada Maria Brath y tiene 20 empleados. Desde que implemento la jornada reducida, la productividad aumentó de tal manera que sus ingresos se duplicaron en un año. Redujo el absentismo y logró generar un ambiente de trabajo mucho más ameno y amigable, ya que los empleados trabajan de mejor humor y concentrados en sus tareas. No hay mucho tiempo para discutir, con tanto para hacer y tan poco tiempo.

En contraposición con esta experiencia, se publicó en un artículo de la BBC un testimonio de una empresaria que llevó a cabo dicha modificación con pésimos resultados. Kenny Kline, de MedPreps, recortó la jornada laboral de 20 empleados de tiempo completo. Todos ellos se dedicaban a idear preguntas para exámenes médicos. El acuerdo implicaba la conservación del salario aunque la jornada fuese reducida. El experimento de cuatro meses fue un fracaso.

«La cultura de la empresa cambió para peor cuando le dimos a los empleados sólo seis horas al día para idear preguntas de examen en lugar de las ocho horas», señala Kline, cofundador de la compañía con sede en San Louis, Missouri, que vende materiales para la preparación de exámenes médicos en Estados Unidos.

«Definitivamente, la gente trabajaba más duro y obteníamos más de los trabajadores», dice Kline. «Pero no interactuaban entre ellos. Y estaban mucho menos contentos en el trabajo«.

Sin mucho tiempo para el almuerzo u otros descansos, los buenos vínculos que alguna vez disfrutó su personal alcanzaron un punto muerto. Es más, afirma Kline, al final del día los empleados quedaban demasiado agotados mentalmente.

«La gente se sentía mucho más agotada trabajando seis horas diarias, por la intensidad del trabajo», explica.

La realidad es que aún falta mucho para poder determinar si este tipo de jornadas sirven para poder aumentar el bienestar de los empleados y con él su productividad. Tampoco conocemos si este tipo de intervenciones son aplicables a todos los rubros y trabajos o si en realidad responden a una actividad específica como puede ser la creatividad. Lo que si sabemos desde hace muchos años es que bienestar y productividad están íntimamente relacionadas. Un empleado feliz, es un empleado con mayor entusiasmo, energía y eficiencia.